Saturday, January 26, 2019

CRIMSON DREAMCASTER # 8


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When the Crimson Dreamcaster returned for council with Dream Gods, they informed him about a new situation that Thanatos had arisen in spite of his victory. In fact, he had cured the dream avatars so well, that Death took advantage of this to inspire pleasant thoughts to fool them into escaping reality. For this purpose, he used comatose junkies to create Epicurean dream scenarios in the embodiment of beings called Nerubs. They were characterized as babies with golden diapers, angel wings and red eyes as those found to create positive daydreams. Their power was unlimited because of this. They shot arrows Cupid-style and used the codex Perpetual Dream IV which, as simple as it seemed, intoxicated people in the same way that the lotophages intoxicated the lost travelers in Ancient Greece. The physical form of this codex came in the form of baby powder that they would sprinkle on their targets.

In this mission, the Crimson Dreamcaster had a contrary objective. In other words, he had to create nightmares to end the positive daydreams and create discomfort in the dreamers of Saffron City to wake them up. Covering his debt with Morpheus and Phantasos, Zigmund Zomnus went to Phobetor this time in order to acquire new nightmare codexes with a similar treatment to the first ones; codexes for each avatar that woke up and wake hours for each Nerub that he hunted. As for the codexes, the Nightmare God gave him Fallen I and Fallen II. The first generated small demons that flew like the Nerubs. They had scarlet crossbows with poisoned arrows that they shot against the Nerubs. The effect caused the later to lose flight capacity so Zigmund could finish them on solid ground with a Katana II codex. The Fallen II codex, on the other hand, was a more monstrous demon made to inspire fear in avatars to awaken them. 

While Zigmund was able to achieve the former with relative ease, it was harder for him to end the demonic echoes. He recalled that these echoes had to do with his own perception and how using evil powers was a distortion of his own exploits. So he chose to start with the Fallen II codex whose resonance in the demonic echoes was inferior by quality. Ergo, assuming the shape of one of them to later unify in a larger version to finish off the first ones as if they were flies. The Oneiroi Gods were very happy with the result and decided to reward him well. But the Crimson Dreamcaster himself could not posing the same question: Where was his great nemesis called Thanatos?


ONÍRICO CARMESÍ # 8

Al volver el Onírico Carmesí con los dioses del sueño, le informaban éstos de una nueva situación que Tánatos había generado a raíz de su victoria. Por lo visto, había curado tan bien a los avatares de las ensoñaciones, que la Muerte aprovechó para inspirarles deseos lisonjeros con tal de que no volviesen a la realidad. Para ello utilizaba a los yonkis comatosos con tal de generar ensoñaciones epicúreas llamadas Nerubines. Se caracterizaban como bebés con pañales dorados, alas de ángeles y ojos rojos como aquellos requeridos para crear ensoñaciones positivas. Su poder era ilimitado debido a esto. Disparaban flechas estilo Cupido y utilizaban el códice Sueño Perpetuo IV el cual, por muy simple que pareciese, intoxicaba a las víctimas de la misma manera que los lotófagos intoxicaban a los viajeros perdidos en la Grecia Clásica. La forma física de este códice venía representado en un bote de talco que echaban sobre sus objetivos. 

En esta misión, el Onírico Carmesí tenía una meta contraria. Es decir, debía crear pesadillas para acabar con las ensoñaciones positivas y crear incomodidad en los soñadores de Ciudad Azafrán para despertarlos. Cubierta su deuda con Morfeo y Fantaso, Zigmund Zomnus acudió a Fobétor esta vez para adquirir nuevos códices de pesadillas con un trato similar a los primeros; códices por cada avatar que despertaba y horas de vigila por cada Nerubín que cazaba. Como códices, el dios de las pesadillas le dio Caído I y Caído II. El primero generaba demonios pequeños que volaban como los Nerubines. Disponían de ballestas escarlatas con saetas emponzoñadas que disparaban contra los Nerubines. El efecto provocaba que estos últimos perdiesen la capacidad del vuelo para que Zigmund pudiese acabarlos en tierra firme con el códice Katana II. El Códice Caído II, en cambio, era un demonio más monstruoso hecho para inspirar miedo en los avatares para despertarlos. 

Mientras que Zigmund pudo conseguir lo primero con relativa facilidad, le resultó más difícil acabar con los ecos demoníacos. Recordó que dichos ecos tenían que ver con su propia percepción y cómo al utilizar poderes malignos se trataba de una distorsión de sus hazañas mismas. Por lo que optó por empezar con el códice del Caído II cuya resonancia en los ecos demoníacos era inferior por calidad. Ergo, asumiendo la forma de uno de ellos y unificarse en uno mayor para acabar con los primeros como si fueses moscas. Los Oneiros estaban muy contentos con el resultado y decidieron recompensarlo bien. Pero el propio Onírico Carmesí no dejaba de cuestionarse la misma pregunta de siempre: ¿Dónde estaba su gran némesis llamado Tánatos?

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