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When the Crimson Dreamcaster
returned for council with Dream Gods, they informed him about a new situation
that Thanatos had arisen in spite of his victory. In fact, he had cured the
dream avatars so well, that Death took advantage of this to inspire pleasant thoughts
to fool them into escaping reality. For this purpose, he used comatose junkies
to create Epicurean dream scenarios in the embodiment of beings called Nerubs. They were characterized as babies
with golden diapers, angel wings and red eyes as those found to create positive
daydreams. Their power was unlimited because of this. They shot arrows
Cupid-style and used the codex Perpetual Dream IV which, as simple as it
seemed, intoxicated people in the same way that the lotophages intoxicated the
lost travelers in Ancient Greece. The physical form of this codex came in the
form of baby powder that they would sprinkle on their targets.
In this mission, the Crimson
Dreamcaster had a contrary objective. In other words, he had to create
nightmares to end the positive daydreams and create discomfort in the dreamers
of Saffron City to wake them up. Covering his debt with Morpheus and Phantasos,
Zigmund Zomnus went to Phobetor this time in order to acquire new nightmare
codexes with a similar treatment to the first ones; codexes for each avatar
that woke up and wake hours for each Nerub that he hunted. As for the codexes,
the Nightmare God gave him Fallen I and Fallen II. The first generated small
demons that flew like the Nerubs. They had scarlet crossbows with poisoned
arrows that they shot against the Nerubs. The effect caused the later to lose
flight capacity so Zigmund could finish them on solid ground with a Katana II
codex. The Fallen II codex, on the other hand, was a more monstrous demon made
to inspire fear in avatars to awaken them.
While Zigmund was able to achieve
the former with relative ease, it was harder for him to end the demonic echoes.
He recalled that these echoes had to do with his own perception and how using
evil powers was a distortion of his own exploits. So he chose to start with the
Fallen II codex whose resonance in the demonic echoes was inferior by quality.
Ergo, assuming the shape of one of them to later unify in a larger version to
finish off the first ones as if they were flies. The Oneiroi Gods were very
happy with the result and decided to reward him well. But the Crimson
Dreamcaster himself could not posing the same question: Where was his great nemesis
called Thanatos?
ONÍRICO CARMESÍ # 8
Al volver el Onírico Carmesí con los dioses del sueño, le
informaban éstos de una nueva situación que Tánatos había generado a raíz de su
victoria. Por lo visto, había curado tan bien a los avatares de las
ensoñaciones, que la Muerte aprovechó para inspirarles deseos lisonjeros con
tal de que no volviesen a la realidad. Para ello utilizaba a los yonkis
comatosos con tal de generar ensoñaciones epicúreas llamadas Nerubines. Se
caracterizaban como bebés con pañales dorados, alas de ángeles y ojos rojos
como aquellos requeridos para crear ensoñaciones positivas. Su poder era ilimitado
debido a esto. Disparaban flechas estilo Cupido y utilizaban el códice Sueño
Perpetuo IV el cual, por muy simple que pareciese, intoxicaba a las víctimas de
la misma manera que los lotófagos intoxicaban a los viajeros perdidos en la
Grecia Clásica. La forma física de este códice venía representado en un bote de
talco que echaban sobre sus objetivos.
En esta misión, el Onírico Carmesí tenía una meta
contraria. Es decir, debía crear pesadillas para acabar con las ensoñaciones
positivas y crear incomodidad en los soñadores de Ciudad Azafrán para despertarlos.
Cubierta su deuda con Morfeo y Fantaso, Zigmund Zomnus acudió a Fobétor esta
vez para adquirir nuevos códices de pesadillas con un trato similar a los
primeros; códices por cada avatar que despertaba y horas de vigila por cada
Nerubín que cazaba. Como códices, el dios de las pesadillas le dio Caído I y
Caído II. El primero generaba demonios pequeños que volaban como los Nerubines.
Disponían de ballestas escarlatas con saetas emponzoñadas que disparaban contra
los Nerubines. El efecto provocaba que estos últimos perdiesen la capacidad
del vuelo para que Zigmund pudiese acabarlos en tierra firme con el códice Katana II. El Códice Caído II, en cambio, era un demonio más monstruoso
hecho para inspirar miedo en los avatares para despertarlos.
Mientras que Zigmund pudo conseguir lo primero con relativa
facilidad, le resultó más difícil acabar con los ecos demoníacos. Recordó que
dichos ecos tenían que ver con su propia percepción y cómo al utilizar poderes
malignos se trataba de una distorsión de sus hazañas mismas. Por lo que optó por
empezar con el códice del Caído II cuya resonancia en los ecos demoníacos era
inferior por calidad. Ergo, asumiendo la forma de uno de ellos y unificarse en
uno mayor para acabar con los primeros como si fueses moscas. Los Oneiros
estaban muy contentos con el resultado y decidieron recompensarlo bien. Pero el
propio Onírico Carmesí no dejaba de cuestionarse la misma pregunta de siempre: ¿Dónde
estaba su gran némesis llamado Tánatos?
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