Sunday, December 30, 2018

CRIMSON DREAMCASTER # 5


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The Dreamcaster’s uniform was leather with cape, hood and steel shoulder pads in crimson color. He wears a mask covering his face save the eyes (which shine like diamonds). His first mission was to annihilate the Chimera that ravashed the Dream World. Using the Bellerophon codex, he created a Pegasus from a red eyeball. The winged horse was a means to ram the beast in midair and, being the dream challenge (see Crimson Dreamcaster # 4), he had to use it wisely and without weapons. And thus succeeded by tempting the Chimera to follow him through narrow escarpments where it was trapped.

Hence the search for the Holy Grail was commissioned. A work that seemed simple at first except for the act of taking the cup to an altar on top of a mountain. Using a violet eyeball and the codex called Curse I, he generated an evil presence to weaken the divine barrier that held the Holy Grail. His problem this time had to do with the appearance itself; none other than a demon who stole the chalice and escaped. The Crimson Dreamcaster used another Bellerophon codex to pursue him. It seemed to last forever until Zigmund Zomnus realized that the Holy Grail was in his hand the whole time and he was actually chasing his own shadow; a side effect that Phobetor forgot to mention (referred to  as demonic echoes).

Finally, he was entrusted with obtaining the carmine scroll of the Temple of Reverie; one whose entrance was guarded by nine evil samurai. Using the Katana I codex and the amber eyeball of his palm as fuel, he summoned the weapon in question. He fought the samurai with great skill and, despite beating them, a new form of data appeared here as well. The katana was worn out after use and he had to execute a new codex in order to generate another.

After his return, the Oneiroi Dream Gods made clear that there were certain codexes that required more eyeballs and, therefore, provided a prolonged duration, less demonic echoes and greater resistance. And there were other simpler and more accessible codexes that, however, proved to be shorter, unsafe and less resistant.


ONÍRICO CARMESÍ # 5

El traje del Onírico era un traje de cuero con capa, capucha y hombreras de acero teñido en color carmesí. Usa una máscara tapándole el rostro  hasta los ojos (que brillaban como diamantes). Su primera misión fue aniquilar a la Quimera que azotaba el reino de los sueños. Utilizando el códice Belerofonte, creó un Pegaso a partir de un ojo rojo. El caballo alado era un simple medio para embestir a la bestia por los aires y, siendo la prueba del sueño (ver Crimson Dreamcaster # 4), debía utilizarlo con sagacidad y sin armas. Y esto hizo tentando a la Quimera para seguirlo por unos riscos estrechos donde quedaba atrapada. 

Acto seguido, fue encargado la búsqueda del Santo Grial. Una labor que parecía simple salvo el acto mismo de llevar la copa a un altar en la cima de una montaña.  Utilizando un ojo violeta y el códice llamado Maldición I, generó una presencia maligna para debilitar la barrera divina que sostenía el Santo Grial. Su problema esta vez tenía que ver con la propia aparición, pues, se trataba de un demonio que robaba el cáliz y se fugaba. El Onírico Carmesí utilizó otro códice de Belerofonte para perseguirle. Parecía durar eternamente hasta que Zigmund Zomnus se percató que el Santo Grial estaba en su mano desde el principio y estaba persiguiendo su propia sombra; un efecto secundario que Fobétor olvidó mencionarle (llamados ecos demoníacos). 

Por último se le encomendó conseguir el pergamino carmín del Templo de la Ensoñación; uno cuya entrada custodiaban nueve samuráis malignos. Utilizando el códice Katana I y el ojo ambarino de su palma, hizo aparecer el arma en cuestión. Luchó contra los samuráis con mucha destreza y, pese a vencerles, apareció un nuevo dato aquí también. La katana se gastaba después de un tiempo y debía ejercer un nuevo códice para generar un arma nueva. 

Tras su retorno, los dioses del sueño le aclararon que había ciertos códices que requerían más globos oculares y, por consiguiente, aportaban una duración prolongada, menos ecos demoníacos y mayor resistencia. Y había otros códices más simples y de mayor acceso que, no obstante, probaban ser menos largos, seguros o resistentes. 

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