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The Crimson Dreamcaster’s uniform
was a Greek helmet with a dragon on its crest, a veil covering his face save the eyes (which shone like diamonds) and a layer of faded armor in the
impressionistic style that was only focused and flashed in red when using a
codex. His first mission was to annihilate the Chimera that ravashed the Dream
World. Using the Bellerophon codex, he created a Pegasus from a red eyeball.
The winged horse was a means to ram the beast in midair and, being the dream
challenge (see Crimson Dreamcaster # 4), he had to use it wisely and without weapons. And thus succeeded by
tempting the Chimera to follow him through narrow escarpments where it was
trapped.
Hence the search for the Holy
Grail was commissioned. A work that seemed simple at first except for the act of taking
the cup to an altar on top of a mountain. Using a violet eyeball and the codex
called Curse I, he generated an evil presence to weaken the divine barrier that
held the Holy Grail. His problem this time had to do with the appearance
itself; none other than a demon who stole the chalice and escaped. The Crimson
Dreamcaster used another Bellerophon codex to pursue him. It seemed to last
forever until Zigmund Zomnus realized that the Holy Grail was in his hand the whole
time and he was actually chasing his own shadow; a side effect that Phobetor
forgot to mention (referred to as demonic
echoes).
Finally, he was entrusted with
obtaining the carmine scroll of the Temple of Reverie; one whose entrance was guarded
by nine evil samurai. Using the Katana I codex and the amber eyeball of his
palm as fuel, he summoned the weapon in question. He fought the samurai with
great skill and, despite beating them, a new form of data appeared here as
well. The katana was worn out after use and he had to execute a new codex in
order to generate another.
After his return, the Oneiroi
Dream Gods made clear that there were certain codexes that required more eyeballs
and, therefore, provided a prolonged duration, less demonic echoes and greater
resistance. And there were other simpler and more accessible codexes that,
however, proved to be shorter, unsafe and less resistant.
ONÍRICO CARMESÍ # 5
El traje del Onírico Carmesí era un yelmo griego con un
dragón en la cresta, un velo tapándole el rostro hasta los ojos (que brillaban como diamantes)
y una capa con armadura difuminada al estilo impresionista que sólo se enfocaba y
fulguraba en rojo al usar un códice. Su primera misión fue aniquilar a la
Quimera que azotaba el reino de los sueños. Utilizando el códice Belerofonte,
creó un Pegaso a partir de un ojo rojo. El caballo alado era un simple medio
para embestir a la bestia por los aires y, siendo la prueba del sueño (ver Crimson Dreamcaster # 4), debía
utilizarlo con sagacidad y sin armas. Y esto hizo tentando a la Quimera para
seguirlo por unos riscos estrechos donde quedaba atrapada.
Acto seguido, fue encargado la búsqueda del Santo Grial. Una
labor que parecía simple salvo el acto mismo de llevar la copa a un altar en la
cima de una montaña. Utilizando un ojo
violeta y el códice llamado Maldición I, generó una presencia maligna para debilitar
la barrera divina que sostenía el Santo Grial. Su problema esta vez tenía que
ver con la propia aparición, pues, se trataba de un demonio que robaba el cáliz
y se fugaba. El Onírico Carmesí utilizó otro códice de Belerofonte para
perseguirle. Parecía durar eternamente hasta que Zigmund Zomnus se percató que el
Santo Grial estaba en su mano desde el principio y estaba persiguiendo su
propia sombra; un efecto secundario que Fobétor olvidó mencionarle (llamados
ecos demoníacos).
Por último se le encomendó conseguir el pergamino carmín del
Templo de la Ensoñación; uno cuya entrada custodiaban nueve samuráis malignos.
Utilizando el códice Katana I y el ojo ambarino de su palma, hizo aparecer el
arma en cuestión. Luchó contra los samuráis con mucha destreza y, pese a
vencerles, apareció un nuevo dato aquí también. La katana se gastaba después de
un tiempo y debía ejercer un nuevo códice para generar un arma nueva.
Tras su retorno, los dioses del sueño le aclararon que había
ciertos códices que requerían más globos oculares y, por consiguiente,
aportaban una duración prolongada, menos ecos demoníacos y mayor resistencia. Y
había otros códices más simples y de mayor acceso que, no obstante, probaban
ser menos largos, seguros o resistentes.
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